El discípulo y misionero es el que da a conocer la palabra, presencia y amor de Dios, así lo recordó el cardenal Rubén Salazar Gómez en su habitual reflexión de los domingos.
El purpurado explicó que Dios se ha dado a conocer al mundo y que la tarea del creyente es dar a conocer a Dios, no desde el proselitismo, sino desde el testimonio de vida que invite a la conversión.
"Las personas al ver nuestro testimonio se convencerán de que sí vale la pena seguir al Señor", afirmó el prelado.
El también presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano - CELAM explicó que para ser misionero, primero se debe ser discípulo que es un proceso permanente de vida, de relación personal con el amor de Dios y de escucha cada vez más íntima y profunda de su palabra.
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